A la memoria viva del Subteniente que venció al fuego

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Por: GN (r) Ricardo Gómez Nieto – miembro de ACORE

Compartimos las palabras dirigidas al ST Miguel Ángel Mejía Gutiérrez, en la cena de aniversario de ACORE.


Honorables autoridades, hermanos de armas, familias que sostienen la patria:

Me ha correspondido el honor de rendir en palabras, un homenaje de reconocimiento a un gran héroe de la patria, hijo del señor TC JUAN GABRIEL MEJIA ROMAN, socio de nuestra organización y sobrino del CORONEL JAIRO MEJIA ROMAN, un compañero de curso ya fallecido…… y quiero hacer referencia al gran héroe ST MIGUEL ANGEL MEJIA GUTIERREZ perteneciente al batallón de infantería de  selva número 25.

Hoy nos reunimos no solo para narrar un hecho, sino para evocar una verdad: en Colombia aún existen hombres cuya vocación supera el miedo, y cuyo servicio trasciende incluso la frontera del dolor.

En la  selva de Santa Ana, Putumayo en la Vereda Siloe , ese territorio donde la patria tiembla, pero jamás se arrodilla, nuestro subteniente del Ejército de Colombia junto con dos  de nuestros soldados enfrentaron  la oscuridad más vil: el ataque cobarde de quienes, incapaces de vencer en combate, recurren al fuego como instrumento de terror.

Lo rociaron con gasolina creyendo que podían convertir su vida en ceniza. Creyeron que la llama sería su sentencia. Y allí, en ese instante suspendido entre la muerte y la misión, ocurrió algo que solo la patria puede comprender:

El fuego no logro su cometido…el fuego lo elevo a su condición de gran héroe y soldado de honor

Porque algunos hombres, en vez de arder, se elevan.

Porque algunas llamas, en vez de destruir, consagran.

Aquel subteniente no se apagó en el intento enemigo.

Se encendió en dignidad.

Se levantó no como víctima, sino como testimonio viviente de que Colombia aún posee hijos indomables, soldados que fueron formados en los valores que no acepta la rendición, en el temple que no admite retrocesos, en la claridad moral de quienes saben que la libertad nunca es gratuita.

Y no estaba solo.

Detrás de él, acompañando su paso, estaba la sombra luminosa de su padre: un Teniente Coronel del Ejército, retirado, pero jamás apartado del honor.

Un hombre que entregó la mejor parte de su vida al servicio, y que hoy contempla en su hijo el reflejo más noble de su legado.

Entre padre e hijo se teje una misma bandera.

Una misma sangre.

Un mismo juramento.

Una misma comprensión del deber: que servir a Colombia exige el corazón de un guerrero y la serenidad de un hombre de paz.

Compañeros, esto no es solo la historia de un atentado fallido.

Es la proclamación de que la patria sigue viva en el carácter de sus soldados.

Es la prueba de que ningún odio, ninguna organización terrorista, ninguna sombra puede destruir a quien ha hecho del honor su armadura.

Hoy elevamos este homenaje no para recordar el peligro, sino para exaltar el heroísmo.

No para lamentar el acto, sino para reconocer la fuerza espiritual que permitió que un oficial se levantara de las llamas, mirara al enemigo a los ojos y continuara cumpliendo su misión.

Que la nación escuche estas palabras y entienda:

en villa garzon putumayo no ardió un hombre;

ardió el intento de quebrar la voluntad del Ejército de Colombia.

Y que nuestro querido Subteniente,  MIGUEL ANGEL MEJIA GUTIERREZ cuya valentía nos convoca hoy, sea faro, ejemplo y llamado.

Faro para los que empiezan.

Ejemplo para los que continúan.

Llamado para los que jamás pueden olvidar cuánto cuesta la libertad.

Porque hay llamas que destruyen.

Pero existen otras —las de los héroes— que iluminan el camino de una patria entera.

¡Honor al subteniente que venció al fuego!

Honor a su familia.

Honor a Colombia.

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