Los acuerdos, cúmulo de abstracciones filosóficas, demagogia y retórica de buena fe

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Por: Francisco Javier Núñez Arias*

El Gobierno Nacional dio a conocer públicamente los tres “acuerdos” a los cuales habría llegado con las Farc. Al analizar el contenido de las 68 páginas se podría pensar que de cumplirse la cantidad de compromisos asumidos por el gobierno, se estaría dando un salto hacia una “revolución política”.

Sobre esta “revolución” se han escrito algunos artículos. Por ejemplo, el 25 de septiembre pasado, Juanita León publicó en La Silla Vacía la columna “Así transformarían a Colombia los acuerdos logrados con las Farc”. La autora encabezó su escrito diciendo: “La Silla Vacía leyó las casi 70 páginas acordadas hasta hoy entre la guerrilla y el gobierno (acuerdo 1,2 y 4) y lo que es claro es que si se cumplen la mitad de estos acuerdos, Colombia atravesaría por una profunda revolución democrática”. 

En los tres “acuerdos” sólo se evidencia gran cantidad de compromisos asumidos por el gobierno. Obligaciones que demandarían mucho tiempo, voluntad cerrada de las futuras administraciones y abundante dinero. Más que acuerdos son actas de responsabilidades unilaterales. Las Farc solo aparecen comprometidas discretamente en tres oportunidades, en el punto de “acuerdo” denominado “Solución al problema de las drogas”.  

“Que todo lo anterior solo es posible con el compromiso efectivo del gobierno y la contribución de las comunidades y la sociedad en su conjunto incluyendo el compromiso de las FARC-EP de contribuir de diferentes formas con la solución definitiva del problema de las drogas ilícitas, que es un propósito de toda la sociedad colombiana”. P.3. 

“El compromiso de las FARC-EP de contribuir de manera efectiva, con la mayor determinación y de diferentes formas y mediante acciones prácticas con la solución definitiva al problema de las drogas ilícitas, y en un escenario de fin del conflicto, de poner fin a cualquier relación, que en función de la rebelión, se hubiese presentado con este fenómeno”. P.4 

“(…) Las FARC-EP luego de la firma de Acuerdo Final y en los términos que se acuerde en los puntos 3 y 6 de la Agenda de Acuerdo General participarán en el Programa y contribuirán a la solución de los problemas de los cultivos de uso ilícito.”. P.4. 

Cualquier lector puede comprobar que en las 68 páginas no se incluyó ninguna frase “las FARC-EP se comprometen”. En cambio sí abundan del lado del gobierno. En los tres apartes en los que aparece la agrupación armada ilegal con un nivel tímido de compromiso, la frase es “las FARC reconocen o consideran”. 

Además de la cantidad de obligaciones del gobierno, los tres “acuerdos” están cargados de abstracciones filosóficas, demagogia  y retórica de “buena fe”. “Demasiada tinta puede manchar la hoja sobre la que se escribe”.  

Que los gobiernos cumplan con sus deberes y obligaciones no debería ser tema de negociación entre un gobierno y grupos armados ilegales, como las Farc y el Eln. Porque estas discusiones no son las que les interesan, sino buscar reformas que tengan que ver con su visión de poder. Sobre este aspecto es que el gobierno debería centrar el esquema de diálogo y negociación, para que convenza a estas agrupaciones de buscar ese poder desde la civilidad. 

Pero démosle el beneficio de la “buena fe” al gobierno de Juan Manuel Santos y supongamos que con su comprometimiento piensa convencer a las Farc para que “entreguen o dejen las armas”, se desmovilicen, se reinserten en la sociedad y desde ella busquen ser gobierno. Las grandes preguntas son: ¿sólo el compromiso del gobierno los convencerá?, ¿o se reservarán ese “derecho” para después de que se implementen, se desarrollen y se cumplan los “acuerdos”’. Si es lo último, pasarán otros 50 años y esta agrupación seguirá en armas. 

 Por ahora lo que dan a entender los tres “acuerdos” es que las Farc están avanzando hacia una “revolución política”, así como lo dejó claro el Eln en el documento “paremos la guerra para construir la paz” (2002).   

 “La TRANSICIÓN del país hacia la PAZ, por medio de LA SOLUCIÓN POLÍTICA, para construir la democracia, la justicia social y la soberanía nacional, será el producto de la confluencia del diálogo con la insurgencia a través de la CONVENCIÓN NACIONAL, y del compromiso de un gobierno alternativo para atender la crisis social y de democracia en el país. Se abriría de esta manera una revolución política que debe ser proyectada hacia una revolución global”. Destacado fuera de texto. 

¿Las Farc, el Eln y el Epl estarán pensando que ese “gobierno alternativo” es el del presidente Juan Manuel Santos? 

*Colaboración de la Asociación Patria Mía (Asopatria), especial para el Boletín ACORE.

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