Por T. Coronel Gustavo Roa C.
Como parte de una cobarde estrategia de desinformación y desprestigio, han aparecido últimamente, por redes sociales, falsas proclamas y arengas, de supuestos miembros de la Reserva, desconociendo criterios democráticos de sus integrantes.
Colombia entera, ha aplaudido y reconocido, las respetuosas, ordenadas y exitosas manifestaciones de la reserva de las Fuerzas Militares y Policía Nacional. Con el ánimo de demeritar estas patrióticas y civilizadas concentraciones, ha surgido, una variedad de publicidad falsa y de mala fe, muy probablemente generada, por unas tales “bodegas de la mentira” creadas en épocas preelectorales, para desprestigiar con injurias, a otros sectores políticos.
Estas sombrías organizaciones están integradas, en su gran mayoría, por miembro de la extrema izquierda, como una novedosa maquinaria de desinformación y confusión, hacia la opinión pública.
Estos extremistas digitales, a nombre de las Reservas o apropiándose falsamente, de la vocería de alguno de los integrantes de asociaciones de veteranos y reservistas, invitan, a nombre de ellos, a realizar acciones contra el actual gobierno, que violan principios democráticos, tales como los tristemente famosos, golpes de estado, dados en ocasiones por fuerzas extremas de derecha y últimamente, por fuerzas extremas de izquierda.
La concepción de probables golpes de estado, o por lo menos sutiles sugerencias, no han salido precisamente de las entrañas de nuestras Reservas, al contrario, los integrantes de este nuevo poder democrático, somos observantes de principios éticos y morales, como línea de conducta política y social.
En cambio, con la astuta utilización de las denominadas “palabras talismanes”, que invitan al desconocimiento de la institucionalidad, surgieron preocupantes propuestas públicas, demagógicas y populistas, del primer mandatario, invitando a sus fanáticos, con una delirante y victimizante dialéctica, a promover una “expresión de presión popular”, en caso de no ser aprobados por el Congreso, todos sus proyectos, desconociendo con esta indebida propuesta, las reglas de juego de la democracia, la independencia y alcance, de las otras ramas del poder.
Estos sorpresivos actos seducen hipócritamente, la mágica solución de necesidades básicas y primarias de los pueblos subdesarrollados, son utilizados con evidentes engaños por el socialismo, para asumir y convertirse, posteriormente, en el proveedor y dueño único de la asistencia social, pulverizando la iniciativa, emprendimiento, investigación y producción privada, para generar de esta forma, un poder omnímodo e infranqueable, logrado a través de una dialéctica victimizante y el tradicional discurso incendiario y grandilocuente, tan utilizado por los integrantes de esta ideología.
Al mismo tiempo, aprovechan el desconocimiento popular, sobre la verdadera historia política del país y explotan el ciego fanatismo de sus seguidores, culpando a todos sus antagonistas ideológicos, en la generación del terrorismo, narcotráfico y corrupción, evadiendo su responsabilidad, a pesar de su participación histórica y directa, en este tipo de fenómenos sociopolíticos.
Pero la historia, que la han querido deformar o desaparecer, nos indica todo lo contrario, pues la izquierda no ha sido ajena con la responsabilidad directa, en estos graves incidentes, pues a través de su ejercicio político y de su innegable concomitancia, con grupos terroristas y extremistas armados, con similar identidad ideológica, han sido copartícipes, con otros sectores políticos, de lamentables hechos contra la sociedad colombiana.
Muy equivocados están los integrantes, de las “bodegas de la infamia”, tratando de colocar a la reserva de las Fuerzas Militares y de la Policía, al mismo nivel de los delincuentes de la “primera línea”, o de otras agrupaciones y organizaciones de terroristas, promotores diarios, de genocidios, asesinatos, violaciones, extorsiones, secuestros y toda clase de actos violentos.
El evidente espíritu de unión y homogeneidad institucional y fundamento doctrinario de libertad, orden y respeto, demostrado por las reservas, en sus recientes manifestaciones, justifica dos, de sus principios innegociables: El primero es la defensa de las instituciones y el respeto y acatamiento al Estado de derecho vigente, y el segundo es que esta condición se dé, solo a través de las vías legales y no por vías de hecho, como insinúan algunas falsas publicaciones.
Está, puede ser, seguramente, una sórdida estrategia de provocación de la extrema izquierda, para que sus dirigentes puedan decretar estados de excepción, como la conmoción interior o cualquier otro tipo de figura seudolegal, facilitando generar una represión disimulada y de alguna manera, como medida “temporalmente aceptable”, para el restablecimiento del orden, ante el contexto, escenarios y opinión internacional. Pero este tipo de argucias, finalmente beneficiarán el establecimiento de un autoritarismo total, represivo, antidemocrático y eternizado en el poder, como ocurre ya, en algunos países latinoamericanos.
Hay que tener mucho cuidado, con este tipo de publicaciones agresivas, incendiarias, revoltosas y buscando una peligrosa desinformación, seguramente planificadas desde el seno de algunos movimientos políticos de izquierda y montadas por las “bodegas de la infamia”, para tratar de colocar a los antiguos militares y policías que han defendido a nuestra nación por años, al mismo nivel delictivo, de las primeras líneas, patrocinadas y tan aplaudidas, por la extrema izquierda.
La Reserva de las Fuerzas Militares y de Policía, tienen un objetivo claro, diáfano y legal, entendiendo que las instituciones son patrimonio del Estado de derecho y no del gobierno de turno y sus intereses ideológicos. La única ideología de la Reserva es la defensa de la institucionalidad, la defensa de la sociedad y sus derechos y la defensa de la Constitución Nacional y la ley.
El objetivo de la Reserva es aglutinar a toda la sociedad colombiana, para evitar con todos los recursos legales, que cualquier régimen, sea de la ideología que sea, bajo el antifaz de la igualdad, equidad y pretextos sociales, se fortalezca y acabe a “raja tabla” la estructura socioeconómica alcanzada, utilizando actitudes de soberbia, amenazantes mentiras e incendiarias proclamas de cambio.
No se puede aceptar, el desconocimiento de derechos alcanzados, por la sociedad colombiana y sus instituciones, como tampoco aceptar que se demerite, con argumentos y estadísticas fraudulentas, los logros y esfuerzos en la construcción de una sociedad productiva y emprendedora, sustentando la conveniencia de innecesarias reformas, con peligrosos cambios radicales, en lo político, económico y social, sin que exista una planificación adecuada, una proyección sostenible, ni sustentaciones de carácter técnico o científico. Esta epidemia de “reformitis”, solo busca con su implementación, satisfacer intereses ideológicos, políticos, personales y económicos.
Los colombianos, debemos seguir defendiendo los logros sociales, los derechos laborales, los alcances económicos y los avances tangibles en la infraestructura de salud y pensiones, lo cual nos ha permitido; a pesar de nuestros innegables problemas internos, convivir con libertad y haciendo uso del ejercicio de derechos ciudadanos inalienables, fundamentales e inviolables.