ARC “Victoria”
¿El Granma de las Farc?
Vicealmirante (Ra) Luis Alberto Ordóñez Rubio. Ph. D.
En plena ceremonia de botadura y bautizo de la tercera patrullera de alta mar construida en el país (OPV, por sus siglas en inglés), después de romper la madrina la botella de champaña, en seguimiento de las más finas tradiciones navales para bautizar un buque, el Presidente de la Republica sorprendió a los asistentes al ordenar que ya no se llamaría ARC “Santander, sino ARC “Victoria”, en conmemoración del triunfo que obligó a las Farc a negociar el fin del conflicto. La sorprendida audiencia no logró salir de su asombro y muchos aún seguimos confundidos. Cuál victoria será, si se ha repetido hasta la saciedad que fue necesario negociar porque nunca se les logró ganar a las Farc y estas últimas son claras en manifestar que ellas no han sido derrotadas y por eso no hay entrega de armas sino que las deponen. La realidad es que el acuerdo en su segunda versión es, ahora sí, el “mejor posible”, donde las concesiones siguen siendo inimaginables para grupo terrorista alguno. Se corre grave riesgo de que ese buque se convierta en un símbolo de la victoria de las Farc que triunfantes ya se mueven en vehículos de alta gama por el país y en 2017 entrarán como voceros, ahí sí es cierto, a saborear la victoria en la cuna de la democracia: “El Congreso de la República”, lugar en donde a partir de 2018 legislarán en nombre de los colombianos pagando en simultánea las irrisorias penas que se les impongan por los delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra que les dieron tan importante lugar en la vida política nacional.
Los buques son estructuras inertes que cobran vida cuando son tripulados y como cualquier ser animado reciben un nombre que los identifica por el resto de su existencia y más allá; pues al ser desactivados la historia los mantiene vigentes por sus logros y realizaciones. Son máquinas muy particulares que tienen personalidad propia producto de la inteligencia colectiva de los hombres y mujeres que los hacen funcionar. Por su condición de embajadores flotantes son reconocidos e identificados, no sólo en Colombia, sino en el mundo entero. Son recibido en puertos de naciones amigas y allí se muestra el pabellón nacional y sus capacidades como armas estratégicas en señal de amistad, diferente a los ejércitos de tierra que para cruzar una frontera deben cumplir exigentes requerimientos de autorización a nivel del ejecutivo, el legislativo y en ocasiones otras instancias del país a visitar. Todo esto hace que la designación del nombre que llevará una nave sea en exceso significativa y simbólica. ¿Cómo no recordar el Titanic, el Britania, el Queen Elizabeth, o buques militares como el Bismark, el Belgrano, el submarino Nautilius? ¿O en la historia colombiana el Cartagena y el Santa Marta cuando el conflicto con el Perú y más recientemente la Caldas y el Independiente en los hechos del Golfo de Coquivacoa? ¿Qué decir del ARC “Gloria”? ¿O los tristemente célebres como el Granma en Cuba?
La tradición naval tiene varios momentos que marcan el nacimiento de una unidad a flote. Comienza por la colocación de la quilla, ceremonia que marca un hito importante pues es el momento oficial de inicio de la construcción tras un largo proceso contractual y de diseño. Varios meses después de doblar láminas, tubos, y piezas estructurales, que al ser soldadas van conformando la estructura, el forro del caso y los apéndices que finalmente le dan la forma de barco donde se fija la maquinaria principal y auxiliar, así como el armamento y el equipamiento de guerra. Entonces llega otro momento muy importante: la botadura del buque y su bautizo. Una madrina, persona prestante y admirada, tiene el honor de romper la botella de champaña que al bañar el casco le da nombre y lo inmortaliza para siempre.
Los nombres de los buques, en especial los de guerra, son escogidos con especial cuidado. Tan delicada tarea cumple protocolos de la tradición naval y sigue reglamentaciones que definen, según su tipo, a que familia de nombres corresponde. Así por ejemplo, los buques capitales tienen los de próceres como la ARC “Padilla” o de embarcaciones que participaron en la guerra de independencia como el ARC “Independiente”, también tiene reconocimiento departamentos del país como Caldas y Antioquia, por su parte las nuevas construcciones navales como las OPV tienen los que rememoran fechas importantes de la historia colombiana como el ARC “20 de julio”; el ARC “7 de agosto”. Nombres todos significativos, emblemáticos y de orgullo nacional. Muchos se repiten para mantener la tradición y motivar a las tripulaciones, pues la vida útil los limita a unos 25 años, pero cuando las capacidades técnicas lo permiten son actualizados y remozados a las últimas tecnologías alargando su existencia hasta los 35 o 40 años. De todas maneras son pocos años de vida y la idea es preservar los recuerdos de exitosos navíos.
ARC “Santander” fue el que, que siguiendo el procedimiento tradicional y las normas vigentes, decidió la Armada Nacional para la tercera unidad tipo OPV construida por los astilleros de Cotecmar con tecnología propia y desarrollando unas capacidades maravillosas. Una vez rota la botella de champaña fue bautizado en la tradición marinera, dicen los viejos marinos que cambiarle el nombre es de mal agüero. No es el primer buque colombiano que tiene el honor de llamarse así, su antecesor era de la clase Summer y navegó por 13 años en la Armada Nacional. Varias generaciones de tripulantes sirvieron abordó y sintieron emoción al saber que se preservaría su memoria con un nuevo buque. Sin embargo, rompiéndose la tradición y aún después de bautizado, cambiará su nombre en lo que pareciera una improvisación y de alguna manera un desatino en momentos tan sensibles de la vida nacional donde las Fuerzas Militares deben aceptar que sus antiguos enemigos pasen a ser dirigentes mientras que compañeros de armas sufren los rigores de la cárceles por errores, omisiones o excesos, nunca comparables con la barbarie del terrorismo. Que nunca esos tripulantes, los del ARC “Victoria”, pierdan su sentido de pertenencia o lleven con pena dicho nombre en el luto de sus gorras marineras; peor aún que naveguen con temor a Neptuno por haberse desafiado las leyes del mar.
Ojalá esa decisión, posiblemente impulsiva, se reflexione y se mida en cuanto a las consecuencias que representará tener por los próximos 40 años un símbolo tan notorio como un buque de guerra navegando por los mares del mundo mostrando algo que nunca ocurrió como es la mencionada victoria, salvo que como podría ocurrir se asimile a unas Farc que triunfantes lograron, ellas si, el mejor acuerdo posible. Que no sea el ARC “Victoria” el Granma colombiano.
10 respuestas
Excelente comentario, quedo perplejo al leer como el Presidente desconoce la tradición marinera, parecería un traidor para acabar con el legado que dejaron nuestros antecesores.
Interesante repaso de historia naval general y particularmente de la historia de nuestra gloriosa Armada colombiana la que nos hace el ilustre almirante Luis Ordoñez, me he deleitado con su narrativa pero definitivamente no comparto la ácida crítica que le hace a nuestro Presidente por su sorpresiva pero coherente reasignación del nombre a la magnífica y nueva OPV . Cuando el enemigo claudica – como es el caso de las FARC – se considera que la contraparte ha logrado una VICTORIA, así con mayúsculas mi apreciado colega y amigo. No sería justo negar o distraer con argumentos mas cercanos a la camorra política imperante que a la realidad histórica, el hecho innegable de que nuestras Fuerzas Militares y de Policía, han logrado una contundente VICTORIA sobre la guerrilla de las FARC, impotentes ya para continuar su infructuosa lucha de más de 50 años, decididos a entregar sus armas para integrarse al quehacer político. No solamente se derrota al enemigo cuando este yace muerto en el campo de combate. Cuando el enemigo abandona su objetivo, la toma del poder por las armas en este caso, ha claudicado y la contraparte, nosotros, las Fuerzas Militares de Colombia (Ejercitó, Armada y Fuerza Aérea) hemos obtenido la VICTORIA y bien hizo nuestro Presidente en hacernos ese reconocimiento ante Colombia y ante el mundo.
El ARC «Victoria» navegará orgulloso y victorioso en los mares adonde sea destinado y será siempre el símbolo de nuestra victoria.
VALM(RA) Alfonso Calero Espinosa
Señor Almirante, gracias por sus aportes
Exelente articulo Almirante Ordoñez, por fin un Oficial de Insignia se atrevio, BZ!!!!)!
Que pena. Me siento muy triste al ver como se Mancilla el buen y honorable nombre de una Institución a la cual serví por más de 20 años. No hay derecho que honren el nombre de unos bandidos con un buque de guerra que debe reemplazar al glorioso ARC Santander el cual pisé por muchos años en que éramos vecinos en el muelle de Cartagena y cuando fui tripulante del ARC 7 de Agosto. Siento dolor de Patria. Hagamos algo
Muy pobre articulo, mal enfocado.
Como es posible que se le ocurra a un alto mando que no hay VICTORIA?
Aberrante la actitud del presidente, cada vez demuestra mas su proclividad hacia las Farc al punto de rayar con el descaro. Que abuso y que irrespeto hacia la Fuerza que un dia le abrio las puertas de su escuela de formacion de oficiales.
Particularmente no se debería cambiar el nombre ya escrito,y menos por algo tan fuera de lugar,las farc son gente asesina donde los pongan,tanto en los campos de batallas como en las ciudades del mundo por ser los más grandes productores de cocaina…..El alto mando de la Marina de guerra de nuestros hermanos colombianos no deben aceptar dicha proposición..
Perteneci a nuestra gloriosa Armada, en años ya lejanos ,por alla en los albores de 1957 y siento dolor de patria y mas ira me da ver que un cadate sea capaz de semejante ultraje. Los señores almiranmtes de hoy deben protestar y hacer valer nusdtrastradicions.
Porque cambiar el nombre de Santander, alguien que si forjó una verdadera victoria por un capricho de quien ha arriesgando a pérdida la nación ?