Ingenieros Militares en el Catatumbo

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Por: Coronel (R) Augusto Bahamón Dussán

Han pasado casi cincuenta años desde cuando a finales del mes de mayo de 1976 el Ejército de Colombia por conducto de la Compañía B del Batallón Caldas entregó a la comunidad del Caserío de las Mercedes, la carretera construida por los ingenieros militares y que los habitantes de esa apartada región habían esperado ansiosamente por muchos años.

Esa carretera partió de Sardinata, un municipio del centro oriente del departamento de Norte de Santander, retomando un carreteable construido años antes hasta el Caserío del Carmen, y allí se iniciaron los trabajos que terminaron felizmente unos años después. En total fueron 34 kilómetros de los cuales 10 correspondieron a la ruptura con explosivos de la parte montañosa y difícil comprendida entre las quebradas de la Danta y la Esperanza que alimentan la cuenca hidrográfica del rio Catatumbo que, a su vez, corre hacia el lago de Maracaibo en lo que se llama la “Cuenca Marabina” y que conforma otro sistema montañoso diferente al Sistema Andino. Como es bien sabido en un futuro las guerras de la humanidad serán por la falta del agua y en este caso las preocupaciones de los venezolanos han sido, como las de cualquier dueño de finca, por   los nacederos de los cursos de agua que no les pertenecen, máxime en este caso cuando esos ríos como el Catatumbo, desembocan en el lago de Maracaibo.

La carretera corrió de sur a norte, paralela a la frontera colombo venezolana, con la intención de ser prolongada en años futuros hasta los caseríos de Luis Vero y Pacelli para articularlos con la vía principal que continúa hacia Ocaña.   

El Batallón de Ingenieros Caldas destinó para ello una de sus unidades fundamentales que para ese frente de trabajo se constituyó en lo que para la época se denominaba una compañía destacada y a la que por encima de todas sus responsabilidades misionales le correspondía la construcción de la carretera. Para ello, el Estado destinó un presupuesto especial, dentro de lo que se consideró como el Plan LASO para el desarrollo vial de apartadas regiones y cuyos recursos oficiales se iban situando en la medida que avanzaba la obra. Por su estratégica ubicación el Puesto de Mando de la Compañía se ubicó en el corregimiento de San Gil, un punto equidistante entre el comienzo y el anhelado final y allí, en inmediaciones de la escuela pública de primaria, ubicamos nuestra maquinaria, el campamento y los talleres. Nos instalamos 3 oficiales que actuábamos como parte gerencial, los suboficiales en la parte técnica y los soldados y algunos civiles expertos, en la parte operativa.

La región beneficiada pertenece a un área que recordamos tristemente   por su atraso violento y que forma parte de la zona limítrofe con Venezuela constituyendo la parte central de una frontera de 2219 kilómetros con ese país. La larga frontera se divide en tres partes:  esta segunda parte va desde el rio Intermedio al norte, hasta la desembocadura del rio Meta en el Orinoco al sur, en Puerto Carreño. En la parte norte de esa frontera se instaló otra compañía de nuestro batallón con la misión de construir el aeropuerto de Buenavista en la Guajira y una tercera compañía en la parte sur construyendo la red vial del departamento de Arauca a partir de Saravena. Este esquema de trabajo se dio por las intenciones del mismo Plan LASO para atender las necesidades de progreso y desarrollo de la olvidada frontera con Venezuela. Para la época esa acción cívico militar fue la misión principal de los Ingenieros Militares de Colombia: construir vías terciarias y otras obras, distribuidas por todo el país, que mejoraran la calidad de vida de sus habitantes haciendo del soldado un amigo fiel y verdadero del ciudadano en momentos difíciles y aprovechando a los Ingenieros Militares como un potencial digno de aprovechar, especialmente en situaciones críticas como los que estamos viviendo hoy. Los colombianos no podemos olvidar que un Estado Fallido es aquel que es incapaz de controlar sus fronteras.

El país conocía de la región del Catatumbo por ser habitada por los indios Motilones Bari que para la época estaban siendo catequizados por el misionero noruego Bruce Olson y por su cercanía al municipio de Tibú en donde florecían importantes instalaciones petroleras, pero en donde, como en todas las zonas petroleras, la asistencia y ayuda a las condiciones de vida de la comunidad queda relegada a un segundo plano.

Ha pasado casi medio siglo y me pregunto: ¿En qué quedó el esfuerzo de los soldados, de los suboficiales y de los oficiales que sacrificaron lo mejor de su juventud trabajando siete días a la semana durante varios años, en días que empezaban antes de la salida del sol para trasladarse previamente a sus lugares de trabajo y que terminaban avanzada la noche después de que quedaran abastecidas de combustible sus máquinas y listos los materiales para el trabajo del día siguiente? Miro con tristeza que los pobladores de esas regiones que quisimos beneficiar con nuestro trabajo tuvieron que huir hoy despavoridos, hacia los cinturones de miseria de las grandes ciudades porque el narcotráfico y los guerrilleros los invadieron y obligaron a ello en defensa de sus vidas y las de sus familias o para no convertirse en sus esclavos y sus hijos en víctimas del reclutamiento forzado. Esos desplazados por obligación se constituyen a la fecha de este escrito en un grupo de más de cincuenta mil personas ubicados en la ciudad de Cúcuta y los cultivos de coca en el área del Catatumbo en más de 50.000 hectáreas que se disputan los guerrilleros y narcotraficantes. Obviamente la respuesta es el interés de guerrilleros y narcotraficantes para mantener un corredor para la exportación de la droga hacia Venezuela y el Caribe.

En hora buena, el gobierno del Presidente Gustavo Petro ha vuelto sus ojos a esa área con miras a recuperarla del narcotráfico   y ha prometido una nueva participación de los Ingenieros Militares, esta vez con la construcción de la carretera TRASVERSAL DEL CATATUMBO que une La Mata (sobre la Ruta del Sol) -Convención-El Tarra y Tibú (sobre la frontera con Venezuela) que se llamará la Transversal del Catatumbo. La importancia geoestratégica de esta carretera está en que ella será un corredor para que los habitantes del Catatumbo exporten sus productos hacia los puertos del Caribe o se conecten a la red vial de todo el país. Ver mapa.

Como uno de los militares que participaron en la obra que próximamente cumplirá los cincuenta años, recuerdo con orgullo y gratitud nuestro esfuerzo porque algunos de ellos regresaron y formaron allí sus familias. Hoy son personas importantes y representativas de esa comunidad. Hago votos para que puedan regresar a sus tierras y retomar el trabajo sano y honrado de sus cultivos de cacao, café y caña de azúcar como lo fue por muchos antes de que llegara la maldición del narcotráfico.

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